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Es curioso que una de las campañas más recordadas del Partido Socialista Obrero Español, la que llevó a Felipe González a la presidencia del país, fuera «Por el cambio», muy similar a la utilizada por el Partido Popular en estas elecciones generales «Súmate al cambio». Debe ser que la situación entonces y ahora son muy similares o, al menos, eso deben pensar los creativos jefes de prensa que diseñan las campañas electorales.

Aquí todos quieren cambiar las cosas, y ninguno las cambia. Siempre los mismos, con distintos collares. Y nada cambia: los mismos gobernantes, las mismas políticas cortoplacistas, los mismos problemas y parecidos resultados. Porque, si echamos la vista atrás, gobernando unos y gobernando otros, siempre ha habido épocas de bonanza, y de dificultad, y la culpa de los malos momentos es siempre del de al lado; nunca de uno mismo.

Tenemos una clase política que nuestro país no se merece; o quizás sí la merezca pues al fin y al cabo no hemos sido capaces de sustituirla por otra mejor, pero hemos de tener presente que las dificultades por las que atraviesan nuestras empresas sólo se van a solucionar con cambios estructurales propios y con medidas inteligentes, adoptados por cada empresario. Que nadie espere que las acciones políticas vayan a terminar con los problemas de supervivencia actuales que agobian a nuestro tejido empresarial. El cambio lo tienen que acometer los emprendedores y los empresarios; y también la sociedad, y la fuerza laboral. No cabe otra: innovar en procesos e innovar en productos. Desarrollar nuevas herramientas y nuevas ideas. Transformarse, en el sentido clásico, y transformar nuestra mentalidad tradicional hacia una cultura del cambio y de la creatividad.

De lo contrario, no cambiará absolutamente nada.

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