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El devenir de los acontecimientos en los últimos días está conduciendo al Grupo turístico Orizonia, uno de los más potentes del país, al abismo. Desde hace años, los rumores sobre su situación financiera estaban al orden del día. El desplome de Marsans afectó enormemente a este grupo, ocasionándole un importante deterioro de tesorería. Pero como quiera que Orizonia estaba participada por fondos de inversión capaces de inyectar dinero al Grupo, parecía que este momento no iba a llegar. Después, el área minorista del grupo, Viajes Iberia, se lanzó a un extraordinario gasto de marketing para renovar sus agencias y cambiar la marca con la que históricamente eran conocidos, pasando a ser VIBO VIAJES, en una aventura sobre la que muchos opinan que fue una maniobra para escindir esta rama de negocio y venderla a un tercero. Igual no van muy desencaminados, y es lo que ahora se busca.

En cualquier caso, desde un punto de vista jurídico, lo que ahora se va a precipitar es la desaparición del Grupo, por medio de uno de los mayores concursos de los últimos años. Lo cierto es que este proceso concursal, cuando se inste, se diluirá entre varias sociedades (21 comunicaciones de preconcurso se han presentado en los Juzgados de Palma), pero nos encontraremos con toda probabilidad ante varios concursos con posterior liquidación, puesto que la empresa carece de tesorería y tiene en ciernes enormes cantidades de créditos contra la masa de difícil cumplimiento.

Tal y como está planteada la cuestión, la empresa parece ser que va a presentar un ERE de extinción en estos momentos que deberá ser negociado, con apertura de un período de consultas simultáneo y cuyo resultado será la extinción de entre 3.000 y 3.500 contratos de trabajo, extinciones que tendrán lugar con casi total seguridad tras la declaración de concurso de las empresas del Grupo, lo que quiere decir que las indemnizaciones, cuyo pago no podrá afrontar la compañía, pasarán a tener la condición de créditos contra la masa. Esta circunstancia y la escasez de tesorería con la que cuenta la empresa, a la vista de la imposibilidad para afrontar los pagos urgentes que le eran exigidos estos días (BSP, fundamentalmente), abocará a las empresas de Grupo (quizás alguna pueda escaparse de este terrible fin) a su liquidación y desaparición, y a la generación de un importante crédito a favor del Fondo de Garantía Salarial.

Las noticias sobre la posibilidad de vender por partes el Grupo carecen de mucho fundamento por las siguientes razones:

1. Si alguna de las empresas se vendiese antes de la solicitud de concurso, el comprador debería hacerse cargo de las deudas existentes, y negociar con los acreedores algún acuerdo de pago. Me parece realmente arriesgado, tal  y como se encuentra en este momento el negocio turístico que alguien se aventure a ello.

2. Si lo que se pretende es adquirir las empresas tras la solicitud de concurso, para aprovecharse de la quita que supuestamente se plantee a los acreedores y comprar así un negocio que funcione y disponga de un pasivo asumible, ello tampoco va a ser posible, puesto que para disponer del eventual convenio transcurrirá más de un año y, para entonces, el negocio ya estará muerto.

3. Y, finalmente, si lo que se pretende  es quedarse con alguna marca, con una rama de negocio en concreto de las muchas que explota Orizonia, deberá hacerse con mucho cuidado pues cualquier actuación de este tipo puede considerarse en perjuicio de la masa pasiva y encontrarse con la oposición de los acreedores, y por supuesto de la Administración Concursal y el Juzgado.

Desgraciadamente, considero que esta opereta terminará con el final del Grupo Orizonia y de las empresas que han desarrollado su actividad en el negocio turístico durante tantos años. Desaparecida Marsans, a punto de hacerlo Viajes Iberia, quedan Halcón-Ecuador (Globalia) y Viajes El Corte Inglés, y ambas se están tambaleando en la actualidad.

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