Desde mi artículo del pasado lunes, los hechos se han precipitado de manera vertiginosa. Ya advertía en él que las respectivas Asambleas deberían dar su aprobación al proyecto de Banco Base, y si la integración no salía adelante, cada entidad por sí sola debería salir a la búsqueda de nuevos socios, ya que por sí solas difícilmente alcanzarían los requisitos de solvencia exigidos por el Banco de España.
Lo cierto es que tan solo dos días después, cuando parecía que los problemas entre los cuatro compañeros se había solucionado, las informaciones son totalmente diferentes. Ahora parece que el SIP está definitivamente roto y el mercado está penalizando ya de forma anticipada a CAM, la gran perjudicada por la ruptura.
Es de imaginar que los teléfonos de las oficinas de estas entidades estarán echando fuego pues los clientes estarán viviendo con gran incertidumbre el devenir de los acontecimientos; y los sufridos empleados estarán pasando momento de zozobra ante la continuas informaciones que salen a la luz sobre nacionalización o compra por parte de grandes grupos. Estoy pensando sobre todo en CAM que parece ser la más dañada de las cuatro entidades. En toda esta historia Caja Cantabria y Caja Extremadura han dicho poco; aquí la lucha por el poder parece que se producía entre Cajastur y Cam.
En todo caso, creo que hay que ser moderadamente optimista. Sea como fuere, no creo que los ahorros de los depositantes corran ningún peligro porque el Banco de España adoptará la solución adecuada, como ya hizo en el caso de CCM y de Cajasur.
Con toda seguridad, mañana habrá noticias. Pero este culebrón durará semanas.