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En los tiempos que corren, creer que uno solo va a ser capaz de sacar adelante la ardua tarea de superar la situación por la que atraviesa su empresa resulta, cuando menos, atrevido.

Evidentemente, el esfuerzo lo tiene que poner uno mismo, las ideas y los proyectos pueden ser propios, pero la mayoría de las empresas de nuestro país atraviesan un largo desierto que tiene que ver con la práctica desaparición del consumo privado, y no digamos nada si el consumo que mantiene nuestro barco es el generado por entidades públicas.

Por eso es tan importante en estos momentos valorar la participación que nos llega de fuera. El crecimiento individual, entendido como el de cada empresa, es realmente difícil de lograr. Resulta complicado incrementar el volumen de negocio por medios naturales, por la indicada falta de consumo, y porque los recortes en gastos generales traen como efecto secundario en muchas ocasiones, el consiguiente descenso en las ventas. Por eso es necesario mantener amplitud de miras, observar alrededor el funcionamiento de la competencia, adecuarse al mercado y valorar seriamente la posibilidad de crecer con alguien de la mano, de incrementar volumen de negocio por la vía de la fusión, de la unión temporal, de la joint venture o de la simple colaboración. Son momentos para pensar en crecer; en no estancarse; en no anquilosar nuestro modelo de negocio, en ser más eficiente aun a costa de sacrificar parcelas de poder que, en ocasiones, es lo que lleva al empresario a rechazar propuestas de unión-fusión. Hay que ser más grande y más rápido: grande para soportar mejor las embestidas del des-consumo; y rápido para afrontar con más facilidad las oleadas del cambio y la transformación del sistema que estamos viviendo. Fusiónate, en el sentido tradicional de la palabra, no en el jurídico. Si luego la forma legal debe ser la de una fusión, ya se verá, pero crece, amplía, desarrolla tu negocio hasta en aquellas parcelas que te puedan parecer ajenas; es el momento de hacerlo. Ahora o nunca, porque de lo contrario, quizás dentro de un año tu empresa ya no esté. Mira a tu competencia de hoy como a tu socio de mañana; es más posible de lo que puedes llegar a pensar. Probablemente él está en tu misma situación, buscando aliados, soluciones, salidas a su propia y difícil crisis. Es un momento para crecer juntos, para crear sinergias, esa palabra tan denostada: para aprovechar, en fin, lo que el otro hace bien, y tú haces mal. Es el momento de la eficiencia y no del ramplón descenso de márgenes; es el momento de los empresarios.

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